Hablar de creatividad es hablar de nuestro proyecto de vida; de nuestra relación con los otros y con nosotros mismos. Al fin y al cabo, nuestra creatividad es la manera que tenemos de estar en la vida, de vincularnos y de compartirnos con los demás. Nuestra creatividad engloba desde nuestra forma de comunicarnos hasta nuestra relación con nuestros hijos, con nuestros proyectos y con nuestra familia y amigos.
La creatividad no es sólo la capacidad de pintar un cuadro o de inventar algo, es la manera que tenemos de ofrecernos a la vida; la forma en que compartimos nuestros tesoros internos.
Todos somos creativos. Otra cosa es que no sintamos que nuestros actos creativos sean algo maravilloso, único o genuino; algo que merezca de la aprobación y el reconocimiento de los demás. Este sentir, esta forma de ver nuestra creatividad, está condicionado por la educación que hemos recibido, por el grupo, la sociedad y por la autoridad que nos acompañó en ese proceso.
Es absolutamente imposible pensar la vida humana sin creatividad. Somos creativos. Venimos de un acto creativo y nos pasamos el día haciendo cosas creativas. Al hacer café, al tomar el autobús, al recodar, al hablar, al cocinar, etc, estamos realizando actos creativos.
Atendiendo a la idea de que somos creativos, la pregunta que debemos plantearnos no es ¿Cómo se es creativo? La pregunta correcta es ¿Qué nos impide sentir que ya lo somos?
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