La mirada creativa a la hora de componer canciones.
Hay palabras de muchas formas.
Hay palabras que sentencian, otras que acusan, l
as hay que proclaman vida y otras que las roban.
¡Ay! palabras, tan sutiles, tan disformes…
Tantas palabras como miradas que la alimenten.
¿Por qué mis palabras son siempre iguales a la de crear canciones? Fácil. Porque también lo son al describir tu mundo.
Nuestro lenguaje vive al servicio de la comunicación con el otro y para el otro. Esto que, evidentemente es genial y forma parte de la acción social que supone convivir, hace que vayamos perdiendo poco a poco cierto juego poético con nuestras palabras. Cierta forma de comunicarnos que sea más interna que externa.
Porque el lenguaje básicamente vive al servicio del otro. Y cuando se busca la aprobación externa se pierde la aprobación interna, esto es el juego de la comunicación como contacto con nosotros, con nuestras emociones, nuestra mirada y nuestra forma de narrar el mundo.
La poesía, básicamente es esa forma original y propia de relatar la realidad.
Y nuestras canciones son manifestación de ello. Creamos canciones como si fueran textos que buscan relatar de forma lineal una historia y al hacerlo nos perdemos la infinita riqueza que se deriva del poder narrar las cosas de forma diferente, de forma que el viaje no sólo de ida, sino también de vuelta.
Y al hacerlo, a compartirnos desde un lenguaje claro, directo y conciso, perdemos parte de nuestra esencia y libertad creativa. Perdemos frescura y originalidad.
En este curso vamos a aprender a crear letras que hagan partícipe a quienes la escuchan. Es decir, que inviten al otro a formar parte de la construcción del significado. Buscaremos, en esencia, crear letras de canciones llenas de poesía.
¿Cómo puedo cambiar mi mirada? Cambiar de mirada implica muchas cosas, entre ellas cambiar nuestra forma de narrar el mundo y de percibir la información que recibimos de afuera. Por ejemplo, en la siguiente imagen ¿Qué ves?
Seguramente hayas visto “algo” que te llamó mucho la atención pero evidentemente no es el único motivo que hay lo que pasa es que estás armando la estructura desde ese motivo principal. Es decir, en la imagen te puede llamar la atención la persona sentada trabajando. Y eso puede que te provoque “enfado, tristeza, algún recuerdo personal, etc” Pero esa imagen no tendría sentido sin la persona que pasa por al lado hablando por teléfono. Igual esta hablando con su familia por una fiesta, igual no. Y lo miso con el resto de personas. Sin ellas la imagen no tendría sentido.
Por tanto, nuestra mirada esta condicionada a describir las escenas desde cierta “narrativa” que es lineal, contextual, bueno… y muchas cosas. Pero para crear letras “diferentes” hemos de buscar motivos, tiempos y estructuras diferentes. Habría muchas maneras y formas, muchos contextos que añadir para que la historia creciese.
¿Podrías contar la historia de los utensilios de zapatos que usa el hombre para trabajar? ¿Sería la misma historia sin la gente alrededor? ¿Sería la misma historia si el sujeto fuese un niño? ¿y si cambias de motivo? ¿Si lo que te llama la atención es la gente, la muchedumbre? ¿Y si creas la canción desde la impasividad de los carteles publicitarios? ¿Y si creas una historia que hable sobre cómo la vulnerabilidad es invisible? ¿Y si creas una historia que hable sobre cómo las personas estamos envueltas en prisa? ¿Y si creas una historia sobre cómo las personas hemos perdido el contacto con la sensibilidad?
Te invito a que simplemente reflexiones sobre cómo esta condicionada tu mirada, sobre cómo vemos un motivo entre mil posibles y nos aferramos a él a la hora de crear.
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